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Caos en la tienda de Numancia por confundir un ataque yihadista

Redacción

El detonante fue cuando un cliente marroquí dijo con acento árabe 'la tala es grande' y las allí presentes entendieron 'Ala es grande'.

Tensión en su grado máximo. Así se podrían describir los momentos vividos la pasada mañana en el local de venta de ropa conocido como 'Numancia' debido a la combinación de un malentendido con la hora punta de clientela. Mohamed H, de nacionalidad marroquí y residente en Alcubillas desde hace 4 años, acudió por la mañana con su esposa para la compra de algunas prendas debiendo ser el portavoz ya que Jamila no habla bien el castellano. "Cuando los vi entrar me causaron un poco de recelo porque ella iba muy tapada y el tenía una mochila y una barba que no me gustaban un pelo. No les quitaba ojo", afirma Antonia H.L, testigo del altercado. Mohamed procedió a coger una falda y varias blusas según le indicaba su mujer para pasarlas al probador, todo bajo la mirada de sospecha de algunas clientas.

El problema vino cuando una vez probadas las prendas, Mohamed acudió al mostrador para hablar con la dependienta ya que algunas no eran de la talla adecuada. Con el ruido que había en el ambiente y la todavía dificultad del idioma, no tuvo más remedio que dar un grito ya que la dependienta no le entendía. "Se me pusieron los pelos de punta, cuando estaba eligiendo una anorak y oigo gritar al marroquí con la mochila dije: 'Ya está, ahora explota', sobre todo cuando me pareció entender 'Ala es grande'; dejé todo y me puse a gritar y correr diciendo 'una bomba, una bomba'; todas salieron gritando detrás de mí", relata la testigo.

Sin embargo, lo que nuestro amigo marroquí dijo no fue eso, sino ' ¡la tala (talla) es grande!', con mucho acento árabe y pronunciando mal, sin dudad una fatal coincidencia. El escándalo producido por decenas de señoras en la calle provocó que multitud de viandantes y clientes de locales próximos se acercaran, ofreciendo vasos de agua y tila para paliar el susto, con la consiguiente llamada a la autoridad. La situación se calmó con la salida de la dependienta y la explicación de lo sucedido, momento en el que pudieron irse los agentes especialistas de explosivos y de intervención, volviendo todo el mundo al local.

Mohamed y su esposa, que no paraba de llorar en el probador, fueron obsequiados con un vale para el Black Friday, un desayuno en la Croissanteria y mil disculpas.

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