Lleva a reparar a su muñeca hinchable a neumáticos Quintana
La intención del propietario del juguete sexual era arreglarle un pinchazo y meterla en el lavadero.
Roberto M. L. no sabía lo que era el amor hasta que se compró a Lily en una página web china estas navidades. La ilusión que le hizo cuando le entregaron el paquete y lo abrió fue comparable a la de un niño el día de los Reyes Magos. "No pensaba yo que iba a ser así , es casi de verdad. En seguida me encariñé de ella, porque además no da un ruidico", señala Roberto a este diario. Las fiestas navideñas ya no fueron iguales para los dos: "Ya no estaba solo, había alguien que me hacía compañía por las noches. Es una máquina", añade.
Sin embargo, la alegría del principio se tornó en angustia este carnaval cuando Roberto fue a 'visitar' a Lily y se encontró con que estaba desinflada. "Cállate muchacho, que susto, parecía que estaba muerta ahí medio arrugá, sin aire, sin vida.. no sabía que hacer. La estuve mirando mientras le gritaba: '¡no me dejes, no me dejes!, y le descubrí un pinchazo en un pecho", relata Roberto compunjido. "Pensé que la había perdido, pero hablando con un amigo en un bar se me encendió la bombilla. Me contaba que había ido a arreglar una rueda a Talleres Quintana y lo vi claro, tenía que probar. Además, de paso le podía dar una lavadilla con la pistola, que falta le hacía", continúa Roberto.
Y allí se dirigió con la funda y la muñeca a solicitar la reparación y lavado de Lily ante la mirada curiosa de los numerosos clientes y operarios, quienes amablemente y tras las risa oportunas le explicaron que no hacían ese tipo de reparaciones. Actualmente, Roberto se encuentra buscando un taller de bicicletas que le solucione el problema con la duda de si esa situación le va a costar una depresión. "O se recupera o me voy con otra de silicona", sentencia.
