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Pierde 5 Kg sudando mientras espera la recogida de un pollo asado

Redacción

Ocurrió el pasado domingo en un conocido asador debido a las altas temperaturas del interior del local.

Para Juan Domingo M.N. el domingo pasado no fue un domingo normal, ya que salió de casa con 87 Kg y volvió con 82 sin la necesidad de seguir dietas severas ni la realización de ejercicio físico. Solamente el mero hecho de esperar en la cola del asador donde había encargado la preparación de un pollo le supuso una pérdida de sudor importante debido a las altas temperaturas producidas por la presencia de los hornos, un sudor que hizo que adelgazara nada más y nada menos que 5 Kg. "Yo notaba que hacía calor, pero al principio se estaba bien; fue luego al rato cuando al comenzar a llegar más gente empecé a notar cómo se me caía el sudor por la frente empañándose las gafas y cómo corría por la espalda hasta llegar hasta la gomilla de los calzoncillos, y en ese momento me preocupé", afirma nuestro protagonista.

Tras diez minutos de espera, Juan Domingo notó cómo el pantalón le empezaba a quedar grande: "No se me cayeron los pantalones porque los tenía pegados al cuerpo del sudor, si no si que se me caen", relata. "Y encima sin agua para beber. Menos mal que me había tomado dos tercios en el Bar Primi antes de entrar, que imagino que algo harían para evitar la deshidratación", añade. Una vez que le fue entregado el pedido solicitado consistente en un pollo asado con patatas, nuestro protagonista salió a la calle a punto de desvanecerse para dirigirse a su vehículo, dejando tras de sí un charco importante en el suelo. "Cuando me dio el aire de la calle fue un alivio, pero el camino hasta el coche que lo tenía aparcado en la calle de El Cristo fue una odisea, pensé que no llegaba", nos cuenta. "No tuve más remedio que volver a pasar al Bar Primi para tomarme otro tercio de cerveza para reponer líquidos, y fíjate que no me reconocieron entre el sudor del pelo y de la cara y la pérdida de peso. Me preguntaron si venía de la carrera del cáncer de mama, y les dije que no, que venia de recoger un pollo", continúa.

Una vez hidratado el organismo con varias cervezas, Juan Domingo consiguió alcanzar su vehículo y desplazarse hasta su domicilio, con la consiguiente bronca por la tardanza y la baja temperatura que ya había alcanzado la comida encargada. "Cuando me vio mi mujer se quedó de piedra por el peso perdido, incluso dijo que así estaba mejor, pero también tuvo tiempo de echarme un chorreo por el tiempo que había tardado. Menos mal que mi suegra puso paz y nos pudimos comer el pollo, que por cierto estaba muy bueno", concluye.

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